UN LORO EN MONOCICLO QUE PIERDE UN ZAPATO
Ocurrió a traición, como suelen suceder siempre estas cosas. O tal vez es por eso que las recordamos mejor en un intento desesperado de protegernos cuando mas vulnerables nos hallamos, y a ello debemos el guardar mejor la impronta amarga de aquello que provocó un accidente. Será, entonces, que no suceden tanto pero las recordamos mejor.Nuestra vida esta llena de sucesos tragicómicos, que cada uno interioriza a su manera: desde el ridículo hasta la filosofía, todo depende de la capacidad de uno mismo para el humor. Y el mío es auto dirigido por convicción y onanista por vocación, que se le va a hacer. No en vano decía Beaudelaire que el humor es lo que nos salva de la propia inteligencia (y yo añadiría que de la estupidez ajena también) y tampoco en vano quien esta imbuído de la cultura pop tiene millones de referentes que le permiten un universo de comedia ininteligible para muchos. El humor es cultura, y la cultura crea humor. Así...con dos cojones.
Pero hay algo inquietante que comenzó a finales del siglo pasado, algo que perturba el equilibrio de la Fuerza, algo que nos arrastra al lado oscuro... ese retorno al humor visual, básico, prístino, al que nos han devuelto las plataformas de vídeo a raíz de la consolidación de la red de redes y el hecho de que todo quisque lleve consigo un aparato para tomar registro de esas cosas que si nos las cuentan, simplemente no las creeríamos. Antes de los 90 un biólogo tenía que estar años grabando a los gorilas para encontrar algo digno de ser llevado a un documental; hoy la población de gorilas ha menguado, pero la de "biólogos" se multiplicado infinitesimalmente de manera que cualquier imbécil puede captar cualquier cosa inverosímil en imagen o vídeo. Ese gorila de un zoo metropolitano ya jamas podrá sacarse un moco sin ser grabado, y lo mismo ocurre con las personas. Cualquier conducta reprobable, insólita, antiprofesional y por supuesto hilarante será expuesta si se produce en el ámbito público, e incluso podrá ser manipulada para que lo parezca; no descubro la gaseosa...simplemente hago hincapié en el hecho de que no podemos escapar de nuestro ridículo. Ya no.
Yo he visto cosas que nunca creerían. Ni rayos C en las Puertas de Tannhäusser, ni naves en llamas mas allá del hombro de Orión...todavía. Pero si he visto a un oso perseguir en bicicleta y comerse a un mono...en bicicleta. ¿No se lo creen? Sucedió en 2012, en el espectáculo circense del parque de animales de Shenzhen, en Shanghai, República Popular de China
¡Y el árbitro en monociclo! ¡Esto, y solo esto, es mi "duro hijo de puta"! No me pregunten sobre las influencias de Bukowski y la oda al fracaso como experiencia de éxito vital...¡Por esto, por cosas como esta, me puse a escribir! "¡miren, miren esto!"
Yo también he sufrido ese retroceso, esa involución, hacia el humor primaveral de la risa provocada por lo insólito, lo sórdido y sobre todo, lo extremada e increíblemente estúpido a la par que inexplicable. Y como atenuante he de decir que tal vez esa involución siempre estuvo ahí, que nunca hubo evolución, que aunque nos encante decir que somos de humor inteligente, lo cierto es que los tontos nos reímos mas, nos reímos de lo inteligente y nos reímos, mucho, en cantidad, nos descojonamos de hecho entre lágrimas y babas a belfo caído, de lo que nos concede el alivio de ser aun mas estúpido que nosotros mismos. Y yo, culpable, tengo mis tres talones de Aquiles, tres interruptores que me activan como un resorte a la risa no fácil, antes bien inevitable...simplemente no puedo con ello, es superior a mi. Cualquiera que me conozca lo firmará ante notario, hasta ese punto llego. A saber:
1. Como ya he dejado caer, cualquier cosa, persona o acto, en cualquier circunstancia que tenga que ver con un monociclo. Para explicarlo, pondré como ejemplo al coche Mini: aunque a gran distancia del monociclo, no puedo adivinar ni presuponer un atisbo de inteligencia humana en nadie que se gaste 30.000 pavos en un Mini. Como capricho de alguien a quien le sobra el dinero, dejaría constancia de un cierto éxito en la vida, pero seguiría siendo estúpido. Multipliquen por mil, por un millón incluso, y esa es mi percepción de un monociclo; desde el que lo inventó a cualquier artista circense de reconocida habilidad, desde el idiota que se parte la crisma en YouTube al que lo compra como "regalo original"...todos al saco y sin remordimientos, oiga. Al menos en tres ocasiones, tres personas próximas a mi me llegaron a comentar su idea de comprarse uno...¡como método de transporte alternativo! Por cosas como esta ya casi no tengo amigos.
2. Los chistes de loros. Así, a bocajarro y sin matices. Empiece Ud. un chiste, una gracieta o una anécdota en la que participe un loro, aunque sea de refilón, y yo ya me parto en dos. El simple hecho de citarlo al estrado como personaje de la comedia ya hace volar mi imaginación y es garantía de final feliz, tan motivado y receptivo estoy que nunca me decepcionan. Hay tanto de cepa humana en el loro, en ese decir cualquier idiotez inoportuna o repetir cualquier idea que en su cabeza carece de sentido y en su boca de significado, que hace que lo que en las personas me reviente en un loro me mate de risa. Es pues para mi el loro, totémico; un chivo expiatorio de la condición del hombre. Jamás tendría uno.
3. La pérdida de piezas de calzado, siempre que sea el mayor mal a lamentar, o al menos su protagonista pueda contarlo con una sonrisa. Sé de primera mano lo terrorífico que puede llegar a ser un accidente de cualquier tipo, y desde luego no van por ahí los tiros, ni como diría el Capitán Centella, llevo la broma a tal extremo. Pero de ahí para abajo, cualquier cosa me sirve. Si me lo cuentan, me río; si me lo cuentan con gracia, me descojono; si encima lo veo, puedo necesitar una pausa para reiniciarme; y ya si lo vivo en mis carnes, puedo llegar a sentirme como ese guiri corriendo los Sanfermines en chanclas al ver una de estas salir volando sobre su cabeza que contaba el gran Leo Harlem...un elegido para la gloria. Tras un concienzudo y sesudo análisis de esto (y unas cuantas risas viendo algún que otro vídeo) creo que esta reacción en mi esta provocada por el simbolismo del calzado: de igual forma que los pantalones representan la virilidad (jamás he huido de ningún sitio sin ponerme los pantalones al menos), siento que el calzado es un fetiche de la civilización, y una acción que conlleve a su perdida es por tanto un acto cómico de decadencia. Un hombre civilizado, creyéndose un depredador y confrontado a sus propias limitaciones, y perdiendo un zapato...Hasta que te den con un zapato es gracioso, y para los de mi generación ese rito de tránsito de confrontar la barbarie en la forma de zapatilla teledirigida de madre nos ha creado una conciencia colectiva casi proverbial: el que no recibe un zapatazo, acabará perdiendo sus zapatos. Meditenlo, en serio.
Así que siento decepcionar a muchos, o algunos, o a unos pocos...bueno, digamos que una cifra indeterminada entre varios y ninguno, pero confieso que por más que veo cine de Woody Allen, de los hermanos Coen, leo a Italo Calvino y Terry Pratchett, hago penitencias y me intento mantener lejos de la idiocracia imperante, a veces me ocurren estas cosas, siempre a traición, cuando mas baja tengo la guardia, y lo inoportuno del momento hace que mis escasas defensas sean además barridas provocando una cascada en cadena de mas estupideces hilarantes. Y es que estas debilidades mías, junto con otras más mezquinas (ya expondré al escarnio público mi gusto por los Darwin Awards y mi colección de recortes de prensa sobre petardos en Navidad, que me ponen a la altura de una mezcla entre el sociópata de "Seven" y el mini-yo de "Austin Powers"...) no hacen más que revelar mi verdadera naturaleza simple y vulgar.
Y así, con el trago de café en la boca, desprevenido, recién levantado, calentando motores con la pipa ya dispuesta a apaciguar mi síndrome de abstinencia, escuché la noticia, y como un resorte, como un automatismo, cual reflejo condicionado, mi laringe emitió el ruido de un cartón al rasgarse, el café salió por la nariz mezclándose con la primera bocanada de humo en una orgía de líquido y vapores, la risa se mezclo con la tos, se me cayó la pipa y tuve que apalear las ascuas aunque contuve heroicamente el café que solo llego a verterse sobre partes no vitales en mis calzoncillos, y por fin las carcajadas conquistaron todo a su paso sin dejar supervivientes mientras me iba tambaleando a arreglar el estropicio
"José Luis Rodríguez Zapatero se ofrece como mediador en el conflicto catalán"
He visto cosas que nunca creerían; he visto a todos convertidos en payasos, he visto a todos convertidos en tontos de baba y reírnos de los que son aun mas tontos que nosotros, y hasta votarlos. He visto un humor colectivo que ya no es inteligente, y será así hasta que deje de tener gracia. Y todo se perderá, como carcajadas en el circo. Es tiempo de loros en monociclos que pierden un zapato, hasta que el oso se coma al mono... y si Ud. ha entendido esta frase, que Dios le ampare.
